Plantas medicinales y otras hierbas.
Desde que leí la “Historia natural” de Plinio se despertó en mi un interés especial por las plantas medicinales. Conocía algo del tema porque mis abuelas, sin llegar a ser expertas, se manejaban bien, a nivel de usuario, en este asunto. Así que con la ayuda de unos cuantos manuales y en un entorno donde abundan las hierbas, he hecho una selección en la que están presentes algunas de las mejores plantas medicinales que he podido recolectar hasta este momento. Sé que faltan algunas, pero aún no es tiempo; cuando las recolecte os lo diré.
De Izquierda a derecha: Espino albar (majueto); Hipérico (pericón); Trébol; Abedul; Jabonera; pétalos de rosa; Prímula; Tomillo silvestre; Saúco (sabugo); Amapola; Malva; Brecina; Milenrama; Equiseto(cola de caballo) y pétalos de Amapola.
En breve aparecerán colgadas, para el mejor secado, el Orégano, el Té de peña y la Ulmaria (reina de los prados).
Os iré contando para que puede servir cada una de ellas, pero no olvidéis que Esculapio, el padre de la medicina, al que el centauro Quirón le enseñó a conocer el valor de las plantas y a distinguir entre las venenosas y las medicinales, enseñándole además la época adecuada para la cosecha y el uso de cada una de ellas para cada enfermedad, llevaba consigo un perro y una cabra y, en la mayoría de las ocasiones, bastaban para la cura: el perro lamía las heridas y la leche de cabra, ordeñada en ese mismo instante, era el mejor reconstituyente.