Conversaciones con Marino Pérez Alvarez.
Al acabar mantuve una larga conversación con él, que publicaré en la revista “Prolepsis” del Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla y León. Os adelanto algunas ideas:
Hay una sensibilización dirigida a la población para crear trastornos y patologizar la vida cotidiana promovidas por el marketin farmacéutico y todas las estrategias que hasta ahora han funcionado para los adultos y que nosotros hemos analizado en el libro “ La invención de los trastornos mentales” se están extendiendo al ámbito infantil; ahora mismo la moda está en extender de depresión de los adultos y el trastorno bipolar a los niños y ya se habla de la depresión infantil y del trastorno bipolar en niños y ciertamente es muy fácil el convertir comportamientos normales de los niños en supuestos trastornos psicológicos que habría que tratar y luego, de paso que sensibilizan a la gente para que perciba problemas donde no los había, le dan a la gente la explicación de ellos genética o neurobiológica, con lo cual los padres quedan exculpados de la responsabilidad que pudieran tener en los problemas de los niños: si se aburren, o si son traviesos o si se comportan como niños etc.. y también los propios niños entran en el rol de que como están enfermos son merecedores de un trato especial, así que hay una especie de confabulación de intereses en la que todos salen ganando: la industria farmacéutica, los familiares y el único que sale perdiendo es el niño.
Cuando se medicalizan y/o patologizan comportamientos normales en la infancia se está iniciando al niño en una carrera psiquiátrica y tiene dos contextos: el entrar en la pauta de ir al psiquiatra, de que está enfermo, de justificar sus comportamientos por su enfermedad y el otro contexto, quizás todavía peor: la propia medicación altera el funcionamiento del cerebro y hace a los niños (a los cerebros en su caso) mas sensibles a las situaciones de estrés con las que se van a encontrar en la vida; de manera que la propia medicación hace mas daño que beneficio, aunque el beneficio aparente ocurra de inmediato: se quedan más tranquilos los padres, por ejemplo.
Cuando se medicalizan y/o patologizan comportamientos normales en la infancia se está iniciando al niño en una carrera psiquiátrica y tiene dos contextos: el entrar en la pauta de ir al psiquiatra, de que está enfermo, de justificar sus comportamientos por su enfermedad y el otro contexto, quizás todavía peor: la propia medicación altera el funcionamiento del cerebro y hace a los niños (a los cerebros en su caso) mas sensibles a las situaciones de estrés con las que se van a encontrar en la vida; de manera que la propia medicación hace mas daño que beneficio, aunque el beneficio aparente ocurra de inmediato: se quedan más tranquilos los padres, por ejemplo.
Seguiré transcribiendo sus palabras en otros posts.