el cazurro ilustrado

09 enero 2011

¿Vivo o muerto?.


El crecimiento de la población, al acabar la  guerra civil, y el mal estado en que  quedó la iglesia, al haber sido utilizada por los “rojos” como  caballeriza, llevo al  concejo del pueblo a tomar la decisión, por unanimidad, de adecentarla y hacer una ampliación. Hecha la reforma, se encontraron  con un espacio vacío que habría que llenar  con la  imagen de algún santo o de algún personaje bíblico o, por qué no,  con la  imagen del mismísimo  Cristo crucificado.  En otro concejo  acordaron  enviar a dos vecinos a ver  al Santero de Valverde de Curueño, para que  hiciera la imagen del Cristo  en la cruz. Llegaron  los  dos comisionados  e hicieron  la propuesta al escultor. El  santero se interesó por el tamaño que debía tener la imagen y ellos contestaron que cuanto más grande  mejor.  Entonces el artista les preguntó si lo querían  vivo  o muerto. Dudaron  un momento, porque  en el concejo no habían  consensuado esos temas, pero al fin se decidieron por  la representación de Cristo vivo, alegando que si, por un casual,   no gustara  en el pueblo, ya lo  matarían entre todos.