el cazurro ilustrado

10 noviembre 2010

Muertos, comida y aromas.


En el puente de los Santos, un grupo de europeos se embarcó en un vuelo charter y fue al Perú para conocer las culturas andinas. Se sorprendieron  casi hasta la risotada al ver cómo los lugareños dejaban comida sobre las tumbas de los muertos, con el fin de que éstos se alimentasen en su travesía por la eternidad. No se habrían extrañado tanto si hubiesen conocido la costumbre de algunos pueblos de la montaña leonesa, que desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero,  creían que los muertos  regresaban a sus casas para compartir las fiestas con sus  familiares vivos esos días;  por eso  ponían junto al fuego platos de comida para los difuntos. Si llegaba el  día seis de enero y  las ánimas no querían irse, toda la familia hacía ruido por la casa con platos, cacerolas y pucheros para que los difuntos se marchasen.
El caso es que, viendo el guía indígena aquellas caras burlonas, no tuvo más remedio que decirles: -Nuestros  muertos se levantan a comer esta comida a la misma hora que vuestros muertos se levantan a oler las  flores que  ponéis sobre sus tumbas.