3ó4 ó 304.
Tenía yo la impresión de que los miembros de la Real Academia de La lengua Española se pasaban la vida pensando y no se les ocurría nada, pero acabo de descubrir que estaba muy equivocado. Se han hecho públicas, porque serán de obligado cumplimiento, unas nuevas reglas ortográficas, que yo no aplicaré; unas por no llevar a error a los que me lean y otras por no acabar con la tradición: no dejaré de tildar diacríticamente la “o” para no incurrir en el error en el que cayeron los funcionarios municipales del ayuntamiento de Palencia, cuando ya hace muchos años recibieron una carta del ministerio de la gobernación en la que se ofrecía a subvencionarles cuanto pidieran. Los empleados públicos vieron la necesidad que tenía la ciudad de algunos semáforos y escribieron al ministro demandando 3 o 4. El ministro, muy solícito, envió a la ciudad trescientos cuatro semáforos, y tuvieron los palentinos que inventar cruces para dar cabida a tanto semáforo, problema que se habría resuelto escribiendo 3 ó 4. Tampoco llamaré “ye” a la y griega, esto ya por una cuestión de costumbre, y quizás también de gusto, porque llamar “ye” a la y griega, me recuerda a aquel presentador de la televisión asturiana, el cual tenía un programa para enseñar Bable a los asturianos; en la última sección, dedicada al “Vocabulario”, decía: -En castellano “José”, en bable “Pepín”. Este individuo traducía libros del castellano al bable; encontrándose con la expresión “campos magnéticos” no tuvo ningún rubor en cambiarlo por “los praus c´atrapan”.