el cazurro ilustrado

24 junio 2010

Más de hombres y animales.

El mundo y en él las tierras, las gentes, los mares, las islas y ciudades insignes tienen el orden y compostura que hemos dicho. La naturaleza de los animales que están en el mismo mundo, no es de menor consideración que alguna de las otras partes, si el entendimiento humano pudiese alcanzar todas las cosas.Pero el principio de este tratado se dice dar con razón al hombre, por quien parece haber producido la naturaleza todo lo que vemos. Aunque el darle tantos bienes ha sido con gran contrapeso, de tal suerte, que dificultosamente se puede juzgar si ha sido naturaleza madre suave para el hombre, o cruel y triste madrastra. Primeramente, es entre todos los animales aquel a quien naturaleza no cubre con alguna cobertura propia, sino sólo con las ajenas. A los otros animales dió su natural vestido: la concha, el cuero, las espinas, las cerdas, el pelo, la pluma, las escamas, el vello; a los troncos y árboles, sus ramos cubiertos de doblada corteza, que los defiende del frío y del calor. Sólo al hombre ha hecho naturaleza desnudo, y en tierra desnuda, y el día que nace comienza a habitarla con quejido y llanto. En ningún animal hay lágrimas sino en el hombre, las cuales son principio de su vida. No ríe hasta haber pasado cuarenta días, y llora al momento que nace. Las otras fieras y animales que nacen entre nosotros quedan libres en naciendo, y el hombre — nacido para señor de ellos — llorando está, ligado de pies y manos, y como por mal agüero comienza su vida por prisiones y dolor; y este mal no le viene por otro error, sino por haber nacido. Locura grande de aquellos que, habiendo tenido tal principio, se persuaden a que son nacidos para vivir con vanidad y soberbia. La primera esperanza de fortaleza y el primer don que recibimos del tiempo es estar como bestias de cuatro pies. ;Cuánto tarda en andar el hombre! ¡Cuánto ha menester para poder hablar! Cuánto para poder correr! ¡Cuánto tiempo le bulle y da latidos la comisura de la cabeza! Lo «cuál es indicio de ser el hombre más débil que todos los animales; mayormente considerando cuántas enfermedades le consumen, cuántas medicinas ha menester para ellas, y cuántas veces son éstas vencidas de las cosas nuevas que se ofrecen. Fuera de que los otros animales, por un instinto natural, conocen aquello que su naturaleza pide, y a sí mismos se ejercitan en correr, otros en volar, otros en cosas de sus fuerzas, otros en nadar; pero el hombre ninguna cosa alcanza sin ser enseñado: ni sabe hablar, ni andar, ni comer, y al fin no sabe, brevemente, por su naturaleza, sino llorar sin entender qué llora. Por esta razón juzgaron muchos serle mejor al hombre no nacer o súbitamente, en naciendo, morir. Sólo al hombre es dado el llanto. Sólo al hombre la suntuosidad y demasía, y esta de muchas maneras y en todas las cosas. Sólo al hombre es dada la ambición, la avaricia, el sumo deseo de vivir, la superstición, el cuidado de la sepultura y de las cosas que han de quedar después de él. Ningún animal tiene más débil, frágil y flaca vida, ninguno más desenfrenada voluntad en las cosas, ninguno más confuso temor, ninguno mayor rabia. Finalmente, los otros animales viven quietamente con los de su propia especie; vemos que se aman y conforman para defenderse de aquellos que son de otro género: la ferocidad del león no pelea con otro león; los dientes de las serpientes no matan otras serpientes; las bestias del mar y los peces no usan crueldad sino con aquellos que son diferentes de su naturaleza; pero sólo el hombre recibe muchos males del hombre. Esto cuenta Plinio (23 -79 de nuestra era) en su " Historia natural de los animales", traducido por el licenciado Jerónimo de Huerta, médico y filósofo, en el año 1602.