el cazurro ilustrado

29 abril 2010

El agua como remedio.


En el año 1753, el Dr. Vicente Pérez publicó un libro titulado: “Disertación histórico- critico-medico-práctica en el que se establece el agua por remedio universal de las dolencias”. De su lectura destaco algunos párrafos que pueden ser aplicables, salvando las distancias, a la medicina actual: “Si persuadiera yo (y no es difícil de persuadir) que aquel aparato de botes, frascos y garrafas que compone todo el fondo de las boticas, son otros tantos venenos, que introdujo el capricho y el engaño y que se les imputa virtudes que no hay, porque nadie se interesa en averiguar la verdad; qué dijera el mundo viéndose tan torpemente engañado?.
Pues es puntualmente así. Todas esas garrafas, esos botes, esos frascos, abortó la ilusión, la fantasía, el capricho y han ido poco a poco conquistando tierra, apadrinados de antojo y de la moda que domina sobre el arte de curar, aún más que sobre el modo de vestir. Este inventa un específico, aquel compone un emplasto y así ha llegado a tan enorme corpulencia el almacén de la muerte, o la botica, y si Dios no lo remedia, irán creciendo tanto las invenciones, que sea corto distrito todo el mundo para tienda de un pobre boticario, pues como caben más combinaciones en tanto simple como hay, que en el arte combinatorio de Kirker, soltando la rienda a nuevas combinaciones, vendrá a crecer la botica enormemente…… No solamente es nocivo todo medicamento, sino que es más nocivo cuanto más costoso. Aquellas medicinas, que para su composición apuran preciosidades al oriente y los aromas a la Arabia y al Ceilán son las que menos aprovechan y son también las que más se usan. Los jacintos, las esmeraldas, las perlas y bezoares, yo no se que tengan otra virtud que el absorber, y esto se halla en cualquier piedra común. Pues cómo no se recetan estas piedras y se recetan Beozares y esmeraldas? Porque estas son piedras de Oriente y aquellas son piedras de la calle y no hay otra razón. Ni el mismo Apolo responderá más. Igual fortuna padecen las medicinas que se componen de simples extraordinarios y que entran a su composición de ciento en ciento: porque las medicinas no fundan su actividad en ser costosas, sino en que sean al caso, u oportunas; porque en sabiéndose a punto fijo,”esto es para esto” con una hoja de Verdolaga se podrá dar a un difunto la vida. Así ningún medicamento pierde por vulgar, antes le hace recomendable el ser común, no solo porque así le hallarán todos, sino por el nuevo milagro de que no llegue la enfermedad a los bolsillos.
Don Tomás Galera, boticario de Toledo, hombre sin duda de buenas luces y uno de los más hábiles profesores, siendo así que posee una botica muy surtida, jamás ha usado en sus enfermedades de ella y preguntado alguna vez: “¿para qué tiene tanto bote y tanto frasco?”. Responde: “Para usted y para otros bobos”. Infieran ahora la consecuencia y arguyan a favor de la botica.