Impuestos y herejías.
Las noticias de lo que pasaba en el llano llegaban a las litúrgicas tabernas de las aldeas de la montaña de tarde en tarde y tamizadas por las luces y las sombras de los mensajeros, que si bien su ocupación principal era la de arrieros transportando pescados desde a costa asturiana a los pueblos de Castilla, para volver cargados de cereales, aceite y vino, cumplían también la función de periodistas, a falta de otros medios para adquirir información, aunque las que llevaban a sus respectivos pueblos no fuesen muy frescas.
Cuando se introducía en el mundo alguna idea o doctrina que la iglesia tachaba de herejía, los arrieros oían hablar del priscilianismo o del jansenismo, del adopcionismo e incluso, del socialismo, del comunismo o del troskismo, sin saber muy bien a que se referían.
Un día estaban en la taberna los lugareños y le preguntaron al arriero que qué sería eso del comunismo del que se oía hablar tanto en el llano; el interrogado, muy puesto en la materia, respondió: “ya veréis como es algún impuesto nuevo sobre el vino”.
Y es que no ha habido doctrina, ideología, religión, plan, programa… que no se transformara en impuestos para la gente de la montaña (quizás también para los del llano).
Cuando se introducía en el mundo alguna idea o doctrina que la iglesia tachaba de herejía, los arrieros oían hablar del priscilianismo o del jansenismo, del adopcionismo e incluso, del socialismo, del comunismo o del troskismo, sin saber muy bien a que se referían.
Un día estaban en la taberna los lugareños y le preguntaron al arriero que qué sería eso del comunismo del que se oía hablar tanto en el llano; el interrogado, muy puesto en la materia, respondió: “ya veréis como es algún impuesto nuevo sobre el vino”.
Y es que no ha habido doctrina, ideología, religión, plan, programa… que no se transformara en impuestos para la gente de la montaña (quizás también para los del llano).