el cazurro ilustrado

16 enero 2010

Capacidad de convicción.


En los años posteriores a la guerra civil española, la Iglesia y el Estado se aliaron en una cruzada contra cualquier indicio de pecado. Uno de los instrumentos más utilizados en ese afán recristianizador fueron las “Santas Misiones”. Llegaban a los pueblos de la montaña (probablemente a los del llano también) frailes de las más diversas congregaciones y en tiempo de cuaresma y tinieblas aterrorizaban a los vecinos con amenazas del infierno si no se comportaban de acuerdo a un severo código moral donde la blasfemia, los bailes, determinados libros y hasta los más ocultos pensamientos eran objeto de culpa y condena. Una vez conseguido el efecto disuasorio, a través de sermones, confesiones, oraciones y comuniones comenzaban las alabanzas a las vidas de los distintos santos y beatos. Uno de los predicadores que llegó a Valverde de Curueño era gran devoto del Jesuita San Francisco Javier (1506-1552. En uno de los sermones, sin ahorrar elogios a la vida de este Santo, dijo que "en un solo día había sido capaz de convertir al cristianismo a diez mil hombres en una isla desierta." Y es que el fervor no tiene límites.