el cazurro ilustrado

29 abril 2009

Lecciones de la "Gripe española"

La gripe “española” de principios del S.XX (1918) se llevó por delante a millones de personas en todo el mundo (se calcula que entre 50 y 100 millones). Parece que hubo en España 8 millones de afectados y, curiosamente, “sólo” murieron entre 147.114 (cifra oficial) y 260.000 ( cifra de la Universitat de Barcelona ).
La situación económica, social, sanitaria y educativa de nuestro país en aquellos años era “tercermundista” o mucho más lamentable que en estos momentos.
En el año 1920, la población española era de 21.389.842 habitantes, de los que 11.170. 415 eran analfabetos, según los datos del trabajo “Alfabetización, semialfabetización y analfabetismo en España (1860-1991)” de Narciso de Gabriel; Universidad de La Coruña.
Las autoridades españolas tardaron más de cinco meses en declarar formalmente la epidemia, los servicios de salud se vieron desbordados por el elevado número de casos.
La suspensión de actividades se hizo sin criterio ya que el curso escolar y el universitario se cancelaron pero otras actividades, como los servicios eclesiásticos o los teatros y cines, continuaron.
En Zamora, las autoridades de la Iglesia Católica indicaron que "el mal podría ser una consecuencia de nuestros pecados y falta de gratitud, la venganza de la eterna justicia ha caído sobre nosotros". Por este motivo, organizaron actos religiosos masivos en la catedral de esta ciudad, lo que contribuyó a la expansión del virus.
Muchos pueblos pequeños quedaron aislados y sin asistencia sanitaria al morir los médicos y no ser reemplazados. En otros casos, fueron estudiantes de medicina los que sustituyeron a los médicos.
Debido a la alta mortalidad, los servicios funerarios también se saturaron. El alcalde de Barcelona tuvo que pedir ayuda al ejército para transportar los ataúdes. Incluso se llegaron a modificar algunas leyes para facilitar el enterramiento lo antes posible y no dos o tres días después del funeral como estaba establecido según los cánones católicos. Incluso el toque de las campanas, como anuncio de un funeral, fue prohibido en algunos pueblos para evitar más pánico y desmoralización de sus habitantes.
El médico W. Cobol-Eu escribía en “ La Vanguardia” : “La prevención de la grippe es aún un problema en higiene pública. De aquí que deba combatirse indirectamente con el aislamiento de los enfermos, lo propio que con la desinfección de habitaciones, ropas de cama, vestidos, utensilios, etc.
Indudablemente puede hacerse algo en el mismo sentido. Así deberán ponerse en contacto con el enfermo solamente los que de preciso deben cuidarle. Se lavarán las manos con frecuencia con solución desinfectante y se vestirán blusas á propósito.
Las precauciones de tomar bebidas alcohólicas para preservarse del contagio son puramente ilusorias. La quinina a pequeña dosis puede en cambio surtir buenos efectos. Las irrigaciones nasales y lavados y gargarismos bucales serán útiles en las personas que deban estar en contacto inmediato con los enfermos. Por lo demás las precauciones generales de una buena higiene no se olvidarán jamás, ya que por desgracia pasa con ellas lo que con las tradicionales evocaciones a Santa Bárbara.”
A pesar de todas estas circunstancias y de la tremenda virulencia de la gripe, se puede asegurar el que número de muertos no fue muy elevado, o que era esperable que murieran muchos más.

Así pues, notificando tarde la pandemia, tomando medidas parciales, algunas contraproducentes y no teniendo antivirales eficaces, la mayoría de los españoles infectados sobrevivió a la gripe. Surgen entonces dos preguntas: ¿qué habría pasado si se hubieran hecho las cosas mejor de lo que se hicieron entonces?, ¿qué pasaría hoy si se desatara una pandemia similar?. Teniendo en cuenta que los contextos sociales son mucho más favorables; que la medicina ha avanzado mucho; que se toman medidas rápidamente y que nadie cree en venganzas divinas, es previsible que la probabilidad de morir a causa de esta gripe porcina que, según parece, nos amenaza, sea muy baja. Pero entre los que se mueran, sin duda habrá jugado un importante papel los bajos niveles de sus defensas inmunológicas, provocados por el miedo que puede atenazar a la población. La gripe y el miedo a ella pueden hacer un cóctel mortal.

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