el cazurro ilustrado

17 octubre 2007

Inteligencia, genética y presupuestos.


James D. Watson, premio Nobel y uno de los descubridores de la doble hélice del ADN, se ha destapado declarando que los negros son más tontos que los blancos. Lo ha hecho como quien hace un gran descubrimiento, pero ya en 1969 Arthur Jensen sugirió que las diferencias en el CI medio entre negros y blancos podían ser debidas, en parte, a diferencias genéticas. Estas sugerencias levantaron una tormenta de reacciones, acusaciones y descalificaciones por la gratuidad y falta de rigor científico. En 1994, Murray y Herrnstein publicaron el libro “ La curva de la campana” en el que mantenían una postura similar: “las diferencias en los índices de cociente intelectual entre razas tienen origen genético”; al poco tiempo de la publicación los republicanos consiguieron el control del Congreso. Su primera iniciativa fue un drástico recorte de las ayudas a las madres sin recursos (34.000 millones de dólares) y de la asistencia alimenticia y sanitaria a los pobres (40.000 millones), para que fueran las organizaciones privadas las que se ocupasen de ellos.
Atribuir a la genética la capacidad intelectual y los C.I.s tiene más argumentos políticos que científicos, ocultando sibilinamente el deseo de limitar los recursos educativos y la atención especial que necesitan los niños con discapacidad intelectual. Confundir los problemas sociales con causas genéticas sirve para presentarlos como inmodificables y sin que nada pueda hacerse, siendo la estratagema para hacer los presupuestos estatales injustos e insolidarios, eso si, con justificaciones de tipo genético o biológico, olvidando la educación, la sanidad, el ambiente y la sociedad que son de verdad quienes explican los comportamientos, no la genética.