el cazurro ilustrado

27 junio 2007

Locura y cordura.


Tomar a alguien cuerdo por loco y viceversa, considerar al sabio ignorante y al revés son errores comunes que han sucedido a lo largo de la historia y de los que aún hoy no nos hemos librado.
El filósofo Demócrito dilapidó toda su fortuna haciendo largos viajes en busca de la ciencia. Al volver a su tierra criticó severamente las vanidades y estupideces de los hombres y se burló sistemáticamente de ellas, hasta el punto de rechazar el matrimonio y el amor a la patria cuando vio los cuidados, trabajos y zozobras que estas dos situaciones llevaban consigo; incluso se dice que llegó a sacarse los ojos para evitar las innecesarias distracciones a que le sometía el mundo. Todos estos comportamientos indujeron a sus conciudadanos a considerar que se había vuelto loco; pidieron entonces a Hipócrates, ya médico famoso, que fuera sin dilación a curarle. No tardó en darse cuanta el médico que no era Demócrito quien estaba loco, sino que sus vecinos eran muy necios y lo que juzgaban por locura no era otra cosa que una magnifica sabiduría.
Ocurre en nuestros días que hay quienes se ganan el prestigio de sabios saliendo en la tele diciendo, haciendo memeces e instigando a la audiencia a que les imiten y, para no contradecir a B. Gracián, que afirmaba que vale más ser loco con todos que no cuerdo a solas porque si todos son locos, con ninguno perderá y si la cordura está sola será tenida por locura, cometen las mismas estulticias que ven en los famosos.