Usos, costumbres y campañas.
Quería el rey Darío demostrar la fuerza de la costumbre y para ello preguntó a sus súbditos que cuánto dinero querían por comerse a sus padres cuando muriesen. Le respondieron que no lo harían ni por todo el oro del mundo. Llamó entonces a unos indios de la tribu de los Calatias, que acostumbraban a comer los cadáveres de sus propios padres y les preguntó que cuánto querían por permitir que quemaran el cadáver de sus padres y le suplicaron que no dijera tal blasfemia. Sucede que una vez habituados a las leyes, disciplinas, reglas, normas y modas de un entorno, siempre las juzgamos como inmejorables. Así, ayer por la noche se puso en marcha la costumbre de pegar carteles con la cara de los políticos que aspiran a gobernar municipios y comunidades durante cuatro años. Organizados en bandos o en hordas, tienen y defienden ideas diferentes, tachando de irreverentes y equivocadas a las de sus rivales. Al cabo de su mandato no quedará ningún cadáver, ni parcela, ni aún monedas en las arcas, unos devorados y otros quemados, según las costumbres y los usos de cada grupo.