Más de condicionamiento.
Todos los hombres de Escitia formaron un ejército y se fueron a hacer la guerra contra otros pueblos, dejando a las mujeres, a los niños y a los esclavos a cargo de sus haciendas. Estuvieron batallando y guerreando durante un periodo de no menos de veintiocho años. Decidieron entonces volver a sus casas, encontrando que sus mujeres, cansadas de esperarlos, se habían casado con los esclavos que dejaron para su guardia y servicio. Al ver los esclavos lo que se les venía encima cogieron las armas contra los escitas que regresaban; peleaban tan ferozmente para defender aquella libertad que los veteranos escitas eran incapaces de avanzar un paso usando sus lanzas y ballestas. Uno de éstos se dio cuenta de que los esclavos no temían las armas y sugirió que tomaran cada uno de ellos el látigo para que cuando lo vieran, recordaran cómo solían azotarles y huyeran temerosos de los azotes. Cuando vieron los látigos, desertaron y escaparon rápidamente y así pudieron los escitas recuperar sus tierras y recobrar a sus mujeres.
Los escitas, estímulos condicionados durante años a los latigazos (estímulos incondicionados), provocaron una respuesta condicionada de dolor, temor y huida en los esclavos sin necesidad de usarlos. Se demuestra, una vez más, que la asociación de estímulos está en la raíz de cualquier aprendizaje.
Los escitas, estímulos condicionados durante años a los latigazos (estímulos incondicionados), provocaron una respuesta condicionada de dolor, temor y huida en los esclavos sin necesidad de usarlos. Se demuestra, una vez más, que la asociación de estímulos está en la raíz de cualquier aprendizaje.