el cazurro ilustrado

16 febrero 2007

Género, actividad y poder.

Cada sociedad asigna a los hombres y a las mujeres unas actividades que se consideran propias para uno e impropias para el otro. Así se construyen las “diferencias de género” contra las que claman multitud de colectivos de la más diversa condición e ideología, ya que estas diferencias originan desigualdades en contra de lo femenino y a favor de lo masculino, porque el hombre ha sido el encargado de someter a la mujer, como explica F. Engels: “la abolición del derecho materno fue la gran derrota del sexo femenino. El hombre llevó también el timón de la casa; la mujer fue envilecida, domeñada, trocose en esclava de su placer y simple instrumento de reproducción. Esta degradada condición de la mujer, tal como se manifestó entre los griegos de los tiempos heroicos y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada y disimulada, en ciertos sitios hasta revestida de formas más suaves; pero de ningún modo se ha suprimido”.
Se transmite la idea de que cualquier tiempo pasado fue peor que el actual para la mujer y aunque en el presente no se haya conseguido aún romper las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, se está en la senda, no sólo de conseguirlo sino de lograr que las mujeres pasen de dominadas a dominadoras, en un hito sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, cuenta Herodoto que en el antiguo Egipto “son las mujeres las que venden, compran y negocian públicamente, y los hombres hilan, cosen y tejen. Allí los hombres llevan la carga sobre la cabeza, y las mujeres sobre los hombros. Las mujeres orinan en pie; los hombres se sientan para ello. Para sus necesidades se retiran a sus casas, y salen de ellas comiendo por las calles, dando por razón que lo indecoroso, por necesario que sea, debe hacerse a escondidas, y que puede hacerse a las claras cualquier cosa indiferente".