San Miguel y los pies planos.
Ayer, 29 de septiembre, celebraron los católicos la fiesta del arcángel san Miguel. Según cuentan, fue el jefe de la milicia celestial que derrotó al ejército del demonio, lo expulsó del cielo a la tierra y le pisó la cabeza. No cuenta la leyenda que cuando le trajo a la tierra, huyó rápidamente hacia el cielo. Satanás le persiguió y logró cogerle por el pie que le quedaba fuera del refugio celestial. Entre las uñas de Lucifer quedó un trozo de la carne del pie de San Miguel. Con un pie plano y otro con una bóveda a causa del arañazo diabólico, se presentó ante dios padre todopoderoso para quejarse amargamente de su minusvalía. Todos los ángeles, arcángeles y demás miembros del coro celeste tenían los pies planos y se reían disimuladamente de aquel “medio pie” de San Miguel. Se le ocurrió a dios una ecuánime solución: En agradecimiento a los servicios prestados, hizo que los pies de todas las criaturas adquirieran la forma del maltrecho pie de San Miguel, resolviendo el problema con lo que posteriormente se llamaría la estrategia de “café para todos”. Hasta entonces lo normal era tener los pies planos y la patología era la bóveda del pie de San Miguel. A partir de la solución divina, la patología es tener los pies planos. Como dijo B. Gracián “Antes loco con todos que cuerdo a solas, que si todos los son, con ninguno perderá y si es sola la cordura, será tenida por locura”.
Ayer se cumplieron 459 años del nacimiento de Miguel de Cervantes, 495 del de Miguel Servet, 142 del de Miguel de Unamuno y 46 del de este cazurro que nació un 29 de septiembre, mientras la tía Emilia cuidaba las vacas en “Focicalvo”, soportando un día de perros, de aguas y de nieves. Al menos, así lo recuerda.