San Isidro, labradores y madrileños.

Fieles a su patrón, los madrileños tienen dificultades para llegar a tiempo a su trabajo; siguen abriendo su suelo y subsuelo sembrando cemento, piedra y ladrillo que la especulación/corrupción hará subir hacia el cielo.
Los contemporáneos de San Isidro sufrían los golpes del viento, el ímpetu de la lluvia, el calor insoportable y los rigores del invierno; su alimento era escaso, su ropa rota, su trabajo de la madrugada a la noche. No disfrutaban de los frutos de la tierra, porque después de arar, segar y trillar debían llevar los productos a casa de los señores. Otras yuntas conducen hoy los madrileños (y los agricultores) otras servidumbres soportan, pero después de recogida la cosecha, el reparto sigue beneficiando a los mismos. También es mi patrón y me sucede lo mismo que a los madrileños.
