De lo perverso a lo diverso.
Todas las sociedades regulan socialmente ( a veces jurídicamente) las prácticas sexuales. La libertad sexual completa es el sueño del iluso o la pesadilla del moralista tradicional. La lujuria, la fornicación, la masturbación, la prostitución, la homosexualidad... han sido reguladas, prohibidas o castigadas en diferentes periodos de la historia, pero esto no supuso eliminarlas. La diversidad sexual humana oscila, crece y cambia como cambian los valores y las normas sociales.
La interpretación de la homosexualidad como una perversión o como un comportamiento sexual desviado ha perdido fuerza a medida que la ciencia, la ideología y la sociedad ha ido debilitando los principios que la mantenían. Lo que necesita no es una lucha contra la homosexualidad sino contra los tabúes y los prejuicios que genera. Así, el Parlamento Europeo acordó pedir a los estados miembros que pongan fin a la existencia de edades distintas y discriminatorias para el consentimiento necesario para mantener relaciones homosexuales; a la persecución de la homosexualidad como un atentado contra el orden público o las buenas costumbres; a toda forma de discriminación en el derecho laboral y relativo a los servicios públicos y a la discriminación en el derecho penal, civil, contractual y comercial; al almacenamiento electrónico de datos relativos a la orientación sexual de un individuo sin su conocimiento y consentimiento, o a la divulgación no autorizada o al uso indebido de dichos datos; a la prohibición de contraer matrimonio o de acceder a regímenes jurídicos equivalentes a las parejas de lesbianas o de homosexuales; la recomendación debería garantizar los plenos derechos y beneficios del matrimonio, permitiendo la inscripción de la convivencia; a toda restricción de los derechos de las lesbianas y de los homosexuales a ser padres, a adoptar o a criar niños. España y algunos países como Suecia y Holanda permiten ya el matrimonio homosexual y la adopción de niños por parte de éstos. Surge entonces una polémica sobre la idoneidad de este tipo de parejas para la educación de los menores a su cargo, no exenta de fuertes cargas ideológicas y morales.
Los contrarios a las adopciones por parte de las parejas homosexuales mantienen que el tipo de sexualidad que mantienen los “padres” ayuda a crear el tipo de sexualidad de sus “hijos”, que enseñarán esa concepción a los menores y que conseguirán que muchos se comporten como homosexuales. Si este argumento es válido para la inadecuada paternidad/maternidad homosexual, podríamos aplicarlo también a las parejas agresivas, las ignorantes, las pobres, las codiciosas, las ateas, las intransigentes, las puritanas etc.. parece claro que el modelo hegemónico heterosexual se multiplica ( también el minoritario homosexual) y las distintas prácticas y creencias configuran distintos modelos educativos, tantos como comportamientos, diversos, pero no perversos.
No podemos olvidar que toda forma de vida social lleva implícita una profecía auto cumplida: si enseñamos a los niños a creer en algo y les decimos que es correcto, tenderán a actuar en esa dirección. Sin embargo, el control del aprendizaje nunca es completo. Las personas se comportan reflexivamente y a menudo deciden no hacer lo que queremos que hagan.
Las sociedades irán cambiando, como lo han venido haciendo a lo largo de la historia, a veces dando tres pasos adelante y dos hacia atrás, pero siempre avanzando. ¿Soportaríamos ahora la concepción de la sexualidad y de la educación decimonónica?, ¿ quien puede decir como serán dentro de cien años las ideas sobre la sexualidad y la educación?