Los eclipses y los cuartos menguantes.
La gente del ámbito rural que conozco, desconoce, ignora o pasa de los eclipses que, como el de hoy, acaparan la atención de los urbanitas; sin embargo, se creyó ( y así me lo han trasmitido) que ciertas fases lunares son muy apropiadas para determinadas actividades humanas.
Casi todas las labores se inician en el cuarto menguante, ya que sembrar en un tiempo lunar no conveniente limita el crecimiento de algunas plantas y afecta de igual manera a la calidad de los frutos.
Según las antiguas costumbres, la mayoría de las frutas y verduras deben sembrarse en menguante; así el ajo, la cebolla y todas las verduras que crecen bajo tierra se plantan en este periodo.
La tala de árboles se realiza en los últimos meses de otoño y primeros del invierno, coincidiendo con la caída de la hoja, porque la incidencia solar sobre los árboles ha decrecido y la circulación de la savia se minimiza. Se hace coincidir el triple ciclo: el ciclo solar (noviembre diciembre, enero), el ciclo lunar (cuarto menguante) y ciclo diario (últimas horas de la tarde); es entonces cuando la actividad de la savia disminuye en extremo, hasta ser casi nula; llega el momento óptimo de cortar la madera para su posterior empleo en estructuras, cerramientos, ventanas, puertas, vigas....
El pelo siempre debe cortarse en menguante. Cuando aparecen los problemas de pérdida de cabello, cortándolo en esta fase se pierde menos y no se vuelve canoso.
El estiércol tambien se remueve coinciciendo con la luna en esta fase, para que no pierda ninguna de sus propiedades.
Al cerdo se le capa y mata los días de menguante, para que la herida cicatrice más rápidamente y para que no se estropee la matanza.
Las gallinas cluecas deben empollar /guarar cuando la luna mengua y así los polluelos que nazcan serán mucho mejores.
Llegado el tiempo de la sementera, el suelo debe reunir buenas condiciones en fertilidad, agua, laboreo... como garantía de buena cosecha; además debe sembrarse en este patrón lunar.
La cosecha, la trilla y el almacenamiento del grano en condiciones optimas se probabiliza realizando estas tareas, cómo no, en cuarto menguante.
LLegado el momento de esquilar ovejas también se espera a que la luna coja esta posición, para que la lana sea mas consistente y brillante; lo mismo ocurre con los gallos a los que se les quita la pluma para ser utilizada como materia prima en la realización de anzuelos.
La enfermedad mental no se conocía como tal hasta hace muy poco tiempo. Era creencia que los “lunáticos” padecían de este tormento debido a los efectos de la luna. Pero también ciertos comportamientos aberrantes de los “no lunáticos” podían estar influidos por las fases de la luna y por los cambios climáticos: observaron y concluyeron que los frentes fríos de avance rápido, la luna llena y la luna nueva, los cambios estacionales y la escasez de horas de sol en invierno, producían una tendencia a la exageración comportamental de las características más peculiares de cada individuo.
Una enfermedad, que posteriormente se llamó “encefalopatía espongiforme”, atacaba a las ovejas y las volvía "modorras". La causa no era una clase de agente infeccioso, una proteína defectuosa, (“aka”, un prion) sino el que los animales abandonaban el corral cubierto en las noches de luna llena y se exponían a su enloquecedora luz.