Funciones y estructuras
Justificar los comportamientos humanos haciendo referencia a las estructuras cerebrales, sistemas neurológicos y/o corporales, a parte de ser una moda, es un error tan grande como lo sería explicar la guillotina citando las leyes de la gravitación universal de Newton. Sin perjucio de que las leyes de Newton se prueben con una guillotina en funcionamiento; sin embargo, su función no es demostrar esas leyes. El corazón fue durante más de dos mil años el centro principal de los fenómenos que hoy conocemos como mentales y que en otros tiempos llamaban espirituales. Recurrir a las estructuras para explicar comportamientos viene a ser lo mismo que explicar la vocación del registrador de la propiedad apelando al reflejo innato de aprehensión o justificar el interés por la música sinfónica citando la reacción innata del niño hacia el sonido.
Los comportamientos como percibir, sentir, amar, recordar, imaginar, desear, pensar, etc. no pueden explicarse simplemente analizando el cerebro, el corazón u otro tipo de estructuras. Habrá que explicarlos de acuerdo con las condiciones del ambiente y la historia de aprendizaje de cada individuo.
Confundir la estructura con la función lleva a pensar que la boca solo sirve para comer o el sexo únicamente para procrear.