el cazurro ilustrado

15 octubre 2018

Una especie determinada de placer es capaz de restaurar a un enfermo deplorado.


Un caso raro, que refiere Theophilo Bonet en la segunda parte de su Medicina Septentrional, prueba, que  aún una especie determinada de placer es capaz de restaurar a un enfermo deplorado. Una mozuela Holandesa, de servicio, mortalmente herida de la pestilencia horrible del año de 1636, y puesta ya en estado de desesperar enteramente de su vida, fue depositada en un jardín, para que allí expirase sin el riesgo de comunicar a otros el contagio. Cuando todos huían, como de la muerte misma, de la infeliz moribunda, un joven que la amaba tiernamente, tuvo valor para ir a verla, y acariciarla. Reconoció que sus halagos la daban más aliento, que el que se podía esperar de su rendida vitalidad; con que se resolvió a continuarlos hasta el extremo de hacerle torpe compañía por tres noches consecutivas. La enferma fue mejorando sucesivamente, de modo, que al fin de las tres noches se halló perfectamente sana; y lo más es, que al amante no resultó daño alguno.
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764): “Teatro crítico universal / Tomo octavo. Discurso X Paradojas médicas”