Disolutos hasta el escándalo en el fondo.
“En España el siglo XVIII es devoto hasta la
exageración en la apariencia, y disoluto hasta el escándalo en el fondo.
Adora la superstición y resulta volteriano. Quiere
ser religioso y aparece filósofo. Propende a la devoción y lee con afán la
Enciclopedia. Desea conservar la fe y se entrega a la licencia.
Es un buque sin brújula, sin timón y sin piloto,
perdido en mares revueltos y desconocidos.
Invadida España por soldados de todas las naciones,
con motivo de la guerra de Sucesión; combatidas sus creencias religiosas por
los luteranos alemanes y los protestantes ingleses; inficionados sus nobles por
las disolutas costumbres de Francia; gobernado el Estado por varios ministros
extranjeros y favoritas intrigantes, el antiguo carácter nacional, altivo, severo,
independiente, si no desaparece, se funde en un extranjerismo corruptor.
La nobleza, alejada de toda empresa justa y grande,
cayó en la disolución; la clase media, la más ilustrada, permaneció oscurecida,
y el pueblo, extranjero en su patria, vivió en la superstición y en la pobreza;
resultando de todo esto, que la nación española, la primera entre todas en otra
época, aparecía la última, no por su culpa, sí por la de sus gobernantes, que
no la permitían adelantar un paso en el terreno de las ideas ni en el camino de
las reformas.”
E.
Rodríguez Solís “Historia de la prostitución en España y América”