La paridera ha de tener lugar en la época del año que más convenga al ganadero.
“En un rebaño bien explotado, la paridera ha de
tener lugar en la época del año que más convenga al ganadero, y además que las
ovejas paran en el plazo más breve posible, para que se puedan descorderar casi
todas las hembras de vientre u ordeño a la vez. En general conviene en esta
comarca una paridera relativamente temprana (diciembre), especialmente cuando
el ganadero cuente con provisión de alimentos o piensos para la invernía; y
siendo la paridera consecuencia de la cubrición, deberán echarse los sementales
a fines de junio para que las crías vengan a nacer en diciembre, y pueda
comenzar a ordeñarse a últimos de enero o primeros de febrero. Para que el celo
comience y la cubrición pueda realizarse en el período deseado por el ganadero,
es preciso en primer lugar que las ovejas de vientre y los sementales estén
sanos y bien nutridos en los meses de junio y julio, y si fuere necesario se provocará
el celo en las hembras artificialmente, para lo cual la técnica veterinaria
cuenta hoy ya con procedimientos modernos, como la inyección de estrógeno, o mejor
aún, con la inyección de suero de sangre de yegua preñada. Si las ovejas de
vientre no se hiciesen «altas» la mayoría, en la época que convenga, el ganadero
puede recurrir al veterinario para la aplicación de estos procedimientos.”
Justino
Pollos Herrera: “Como se deba explotar
un rebaño de ovejas” 1949.