Las mujeres orinan en pie; los hombres se sientan para ello.
“Difusamente vamos a hablar del Egipto, pues de ello
es digno aquel país, por ser entre todos maravilloso, y por presentar mayor
número de monumentos que otro alguno, superiores al más alto encarecimiento.
Tanto por razón de su clima, tan diferente de los demás, como por su río, cuyas
propiedades tanto lo distinguen de
cualquier otro, distan los Egipcios enteramente de los demás pueblos en leyes,
usos y costumbres. Allí son las mujeres las que venden, compran y negocian
públicamente, y los hombres hilan, cosen y tejen, impeliendo la trama hacia la
parte inferior de la urdimbre; cuando los demás la dirigen comúnmente a la
superior. Allí los hombres llevan la carga sobre la cabeza, y las mujeres sobre
los hombros. Las mujeres orinan en pie; los hombres se sientan para ello. Para sus necesidades se
retiran a sus casas, y salen de ellas comiendo por las calles, dando por razón
que lo indecoroso, por necesario que sea, debe hacerse a escondidas, y que
puede hacerse a las claras cualquier cosa indiferente. Ninguna mujer se
consagra allí por sacerdotisa a dios o diosa alguna: los hombres son allí los
únicos sacerdotes. Los varones no pueden ser obligados a alimentar a sus padres
contra su voluntad; tan solo las hijas están forzosamente sujetas a esta
obligación”
Herodoto:
“Los nueve libros de historia”