el cazurro ilustrado

27 septiembre 2018

Tres maneras de alcanzar la felicidad.


“O bien se pretende poder conseguir la felicidad en el mundo tal como es, en la vida actual e individual, sea por el libre ejercicio de los sentidos, la riqueza y la variedad de las sensaciones, sea por el desarrollo de las altas facultades del espíritu, el pensamiento, la ciencia, el arte y las nobles emociones que de él resultan, sea por la actividad heroica, el gusto de la acción, la pasión del poder y de la gloria. O bien se aplaza la idea de la felicidad, se la considera realizable para el individuo en una vida trascendente después de la muerte; es la esperanza en que se precipita la mayoría de los que sufren, los pobres, los despreciados del mundo, los desheredados de la vida; es el asilo abierto por las religiones y particularmente por el cristianismo a las miserias irremediables y a los dolores sin consuelo. O bien, en fin, abandonando el más allá trascendental, se  concibe un más allá terrestre, un mundo mejor que el mundo actual, que cada generación prepara sobre la tierra por sus trabajos y sus fatigas. Se hace el sacrificio de la felicidad individual para asegurar la llegada de ese nuevo ideal, se eleva uno al olvido de sí mismo, a la conciencia y a la voluntad colectivas, se goza con la idea de esa dicha por la cual se trabaja y que otros disfrutarán, lo desea uno así para sus descendientes, y se embriaga uno con esa idea y con los sacrificios que reclama. Este noble sueño de la dicha de la humanidad futura sobre la tierra por los descubrimientos de las ciencias, por las aplicaciones de la industria, por las reformas políticas y sociales, es la filosofía del progreso, que en algunos espíritus entusiastas se convierte en una religión.”
Erasmo Maria Caro: “El pesimismo en elS. XIX”