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El filósofo sofista Estilpón (360 a 280 a. C.)
afeaba los comportamientos de la cortesana Glycera, acusándola de que corrompía
a la juventud; se defendió Glycera diciendo que a los filósofos
se les acusaba de lo mismo y le pidió que reconociera, de buena
fe, que daba igual que los jóvenes se
relajaran con un hermoso cuerpo que con libros
muy agradables. Argumentó que se arruina
o daña a la gente viviendo en compañía
de un sofista o de una cortesana . 400 años después, criticaba Alcifron
(escritor griego) a los filósofos porque decía que su exterior era
grave y sus discursos austeros eran vanidad e hipocresía.
No había diferencia entre esos hombres y las cortesanas, y, si
había diferencia, era en el modo de persuadir. Y es que hay cosas
que además de tener validez universal, o quizás por ello, nunca cambian.