el cazurro ilustrado

17 agosto 2017

Infancia y socialización.

Una  vez adquiridas las habilidades de autonomía personal, los niños  y las niñas se socializaron en la  calle. Esto fue así  en casi todas las épocas y  en casi  todas las culturas, menos en la actual. Allí aprendieron lo útil y lo inútil, lo sublime y lo perverso, la defensa y el ataque, la bondad y la maldad, a aparecer y a desaparecer; A través de la imitación de los  adultos y de sus iguales, y de las consecuencias  que tuvieron sus acciones,  adquirieron  un repertorio comportamental útil para  funcionar en la  sociedad a la que se pertenecía.
La tarea educativa era más comunitaria de lo que es ahora,  ya que existían más probabilidades de  que cualquier adulto corrigiera un mal acto de un menor o que le reforzara uno correcto. Esto fue lo que  ocurrió en la Atenas clásica: Diógenes el cínico (412 a.c.-323 a.c.), vio al hijo de una ramera que estaba tirando piedras contra todos los hombres que pasaban por su calle, se le acercó y  dando un precioso modelo de calma y tranquilidad le dijo: “detente, mira que puedes apedrear a tu padre”.  Y es que el consejo a tiempo de un hombre sabio es más educativo que  todas las acciones precipitadas o a destiempo.