El efecto placebo desde la psicología.
En términos clínicos, el placebo es un tratamiento control
que se aplica al paciente y que presenta una apariencia similar al tratamiento
médico bajo estudio, pero sin tener
actividad farmacológica específica. Un control placebo puede ser farmacológico
(por ejemplo, en forma de una pastilla), físico (por ejemplo, algún tipo de
manipulación) e incluso psicológico (por ejemplo, una conversación con el
paciente).
Tradicionalmente, se ha descrito un efecto placebo
beneficioso en el tratamiento de muchas enfermedades, que se ha atribuido al
poder de la sugestión psicológica, al ser percibido por el paciente como una
forma de tratamiento; esta mejora en las condiciones clínicas se observa en
cerca de un 30-40% de los pacientes. Hay un amplio abanico de explicaciones de
este fenómeno, que van desde lo místico y lo mental hasta lo metafísico. Es
habitual hablar del poder de la mente o apelar a constructos mentales como las
expectativas y las atribuciones, pero estos procesos solo adquieren sentido
cuando ya están dados los resultados, de modo que resultan tautologías o
ficciones explicativas, porque han de entenderse en función de los cambios
ocurridos a pesar de ser invocados para explicar estos cambios.
Las explicaciones más científicas y más racionales, vienen
desde el análisis experimental de comportamiento, donde el efecto placebo es
considerado como una función de las contingencias estimulares que han moldeado
las respuestas fisiológicas. Puede ser un condicionamiento clásico, donde el
placebo es el estímulo condicionado ( Paulov conseguía que el toque de campana
hiciera salivar al perro) o, también un condicionamiento operante, cuando el
comportamiento deriva o influye en una condición de la enfermedad, tal y como
puede ocurrir en la conducta de ir al médico, del estilo activo, de la
relajación; donde estas actividades inducen cambios en condiciones
fisiológicas, probablemente beneficiosas, aquí el placebo sería una conducta
operante.Algunos estímulos presentes en el ambiente en el que se administra un
tratamiento (p.e. los preparativos para una inyección de morfina)que mantienen
ciertas regularidades espacio-temporales, pueden adquirir propiedades
condicionadas; es decir, después de varias aplicaciones, el organismo responde
a los preliminares, antes de recibir el fármaco. Los preparativos, así como
quizá el sitio, la jeringuilla, una inyección simulada y acaso el médico o ATS,
llegan a ser estímulos condicionados, esto es, se convierten en “pistas” o
“claves” ambientales que evocan respuestas anticipatorias del mismo tipo que
las producidas por la droga ( que sería un estimulo incondicionado). El
organismo responde al conjunto estimular, donde las “claves” ocurren antes que
el medicamento, de modo que si no se sigue éste, se tiene una respuesta sin “
causa natural”lo que en términos médicos se llama “efecto placebo”, pero que no
es otra cosa que procesos psicológicos conocidos, aunque, tal vez, ocurriendo
inadvertidamente. Cuando se trata de conocer su existencia ya no se necesitan
explicaciones metafísicas, ni siquiera peyorativas, sino recurrir a términos
propios de la psicología científica.