¿Engañados y encantados?
Cuenta Plinio que Toranius, comerciante de esclavos, vendió
a Marco Antonio dos muchachos hermosos, uno nacido en Asia y el otro más allá
de los Alpes, pero de un gran parecido. Una vez en casa, al ver que los niños hablaban la misma lengua se descubrió
el fraude y Marco Antonio muy enfadado reclamó,
entre otras cosas, el alto precio ( había pagado 200.000 sestercios).
El hábil comerciante respondió que esa era precisamente la razón por la que los había vendido tan caros, ya que la similitud entre dos hijos de la misma madre no era raro, pero una similitud entre dos individuos nacidos en diferentes naciones con el mismo talle y la misma lengua era una cosa escasa y cara. Excitado por esta respuesta, de furioso y cruel, cambió a creer que no había nada mejor en toda su fortuna. Igual que nosotros cuando nos venden promesas, las incumplen y nos convencen que es lo mejor que nos ha podido pasar.
El hábil comerciante respondió que esa era precisamente la razón por la que los había vendido tan caros, ya que la similitud entre dos hijos de la misma madre no era raro, pero una similitud entre dos individuos nacidos en diferentes naciones con el mismo talle y la misma lengua era una cosa escasa y cara. Excitado por esta respuesta, de furioso y cruel, cambió a creer que no había nada mejor en toda su fortuna. Igual que nosotros cuando nos venden promesas, las incumplen y nos convencen que es lo mejor que nos ha podido pasar.