Adiós Tomás.
Adiós Tomás. Habías
nacido en abril de 1927. Transcurrió tu infancia feliz en Valdepiélago, incluso durante la guerra civil; tenías entonces nueve años,
y recordabas anécdotas y detalles que hablaban del impacto que supone la guerra
para un niño.
Con Higinio como maestro, aprendiste a hacer de
todo y a hacerlo, además, bien.
Sabías de agricultura, ganadería, de madera, de minería y
dominabas las técnicas de trabajo intelectual como nadie. Un día decidiste
opositar a obras públicas y fuiste el primero. Tu primer destino Villamanin.
Eso facilitó que conocieras a Carmina,
en Cabornera, que te acompañó hasta ayer, día que nos dejaste después de 86 años, sin un ruido,
sin una molestia, sin un mal gesto, cogiendo
cerezas en la huerta, para darnos
la última lección que tan bien sabías: "Si no vamos a ser inmortales, es
deseable, por lo menos, que el hombre deje de existir a su debido tiempo. Pues
la naturaleza tiene un límite para la vida, como para todas las demás
cosas".
Adiós tío Tomás. Fue un enorme privilegio haberte conocido y
es hoy una profunda amargura tener que despedirte para siempre.