el cazurro ilustrado

26 julio 2013

La sociedad del riesgo ¿cero?.

El riesgo es una experiencia real en nuestra sociedad. Por un lado, tenemos la posibilidad de que se produzcan daños que afecten a buena parte de la humanidad. Son daños que, bien como catástrofes repentinas (accidentes nucleares, por ejemplo) o bien como catástrofes larvadas (la destrucción de la capa de ozono), están asociados a la universalización de la tecnología, a la globalización mal entendida y a sus consecuencias negativas. El efecto invernadero, las catástrofes nucleares, las epidemias o los derramamientos de petróleo no respetan fronteras entre países, entre ricos y pobres o entre padres e hijos. Por otro lado la posibilidad de morir en un atentado, en un accidente laboral o de tráfico, en un traspiés casero o atragantados comiendo pescado, son episodios, querámoslo o no, casi cotidianos
La cuestión no es tanto si los peligros de la sociedad actual son mayores que los del pasado, sino que hoy los peligros son habitualmente imputados a acciones y decisiones humanas. Cuando un peligro potencial se conceptualiza como riesgo se está afirmando que hay seres humanos que de algún modo son responsables de esta amenaza. Posiblemente alguien no frenó cuando debía; alguien no avisó a tiempo de que se acercaba la tormenta, o no se ocupó de limpiar el cauce del río seco, o no utilizó materiales de construcción capaces de resistir el temblor de tierra, o la policía no estableció los controles oportunos o las señales adecuadas o el cocinero no fue diligente limpiando el pescado... Si un daño pudo haberse evitado, entonces alguien es responsable. Comienza entonces la controversia para identificar culpables y establecer compensaciones. Entramos entonces en la dinámica del horror: indemnizaciones, homenajes, minutos de silencio....

Pero lo más importante en cualquier situación dolosa, como dijo Bocaccio en “El Decamerón”  “HUMANA cosa es tener compasión de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros….Y así como el final de la alegría suele ser el dolor, las miserias se terminan con el gozo que las sigue”.