La Crónica de León. Jóvenes, felices e indocumentados.
Éramos jóvenes, felices e indocumentados cuando allá por el año 1986
se fundó “La Crónica de León”.
Conocí entonces a algunos de los periodistas que comenzaron a
trabajar allí y me pasaba casi todas
las noches por la redacción para aprender
de ellos.
El 12 de marzo de 1986, día en el que se celebró el
referendum de la OTAN ,
me publicaron un primer reportaje, sobre Valdorria, al que seguirían otros muchos
que iban en la última página, al
lado de la columna del fallecido JF
Pérez Chencho. También en aquel estupendo suplemento dominical que puso
en marcha otro fallecido, Benigno Castro,
iba una sección sobre Psicología
que me encargué de escribir.
Así, poco a poco, resolvimos los tres estados de los que
partíamos. El más sencillo de solventar
fue el de la juventud, porque el simple transcurrir del tiempo nos lo solucionó y ya han pasado 27 años. Encontramos la
felicidad y la mantenemos aplicando
aquel viejo principio que dice que
“cuando quieras encontrar algo, ponte a
buscar otra cosa” así que, en vez de por
la felicidad, indagamos, investigamos,
averiguamos o nos preguntamos por otras cosas más útiles (o inútiles) que nos
preocuparon y ocuparon al tiempo que nos
olvidamos de la quimérica felicidad.
Indocumentados estábamos o,
al menos, peor documentados que
ahora, pero todos los esfuerzos que se hicieron para documentarnos y documentar
a la gente se van a cercenar a partir de hoy, día 31 de julio, cuando
se echa el cierre, de malas formas,
(nunca se puede hablar de buenas formas
al cerrar un medio de comunicación) a un periódico que nos informó y
documentó en estos últimos 27 años.
Así pues, queda el grato recuerdo
de cómo superamos la juventud, de cómo encajamos la idea de felicidad y de cómo
conseguimos documentarnos, aprendiendo en primer lugar que todo aquel que escribe debe reservarse el
derecho de arrepentirse mañana de lo que escribe hoy.
Gracias a todos los
que durante este tiempo arrojasteis
manchas de inteligencia sobre nuestra blanca ignorancia.