Educación, ventosidades y consuelos.
Ahora
que ya se ha iniciado el curso académico, en el que es más que
probable que nos sucedan múltiples y
diversas aventuras, desventuras, encuentros, desencuentros, penas, alegrías, aprobados, suspensos, recortes, reformas,
retrocesos, regresiones y retornos a posturas decimonónicas y preconciliares,
os voy a contar lo que dice Diógenes Laercio en “Vida de los filósofos ilustres”
: Cuenta que Metrócles
fue discípulo de Crates y hermano de Hipárquia, y que antes había estudiado con Teofrásto Peripatético,
donde estuvo a punto de perder la vida.
Fue el caso, que estando un día recibiendo la lección, se le escapó una ventosidad
involuntariamente. Tanto fue el rubor y pena que de ello le sobrevino, que se
cerró en un cuarto con ánimo de dejarse morir de hambre. Cuando se enteró Crates, se acercó a él con el fin de consolarlo; y habiendo
comido antes altramuces, procuró
persuadirle, primero con palabras, diciéndole
que ningún absurdo había cometido; antes sería cosa monstruosa no despedir los
pedos según la naturaleza: y luego soltando también él su pedo, lo curó de
obra, y lo alentó con razones. Desde entonces fue su discípulo y salió un
célebre Filósofo.