el cazurro ilustrado

16 abril 2011

Persuasión.


Cada vez que en una campaña electoral oigo y/o veo los  exabruptos, las groserías,  los insultos y los  rabotazos  que se intercambian los candidatos  recuerdo al filósofo Estilpón (360 a. C. a 280 a. C.) que afeaba los comportamientos de la cortesana Glycera, acusándola de que corrompía a la juventud; se defendió Glycera  diciendo que a los  filósofos se les acusaba de lo mismo y le pidió que reconociera, de buena fe,   que  daba igual que los jóvenes se relajaran  con un  hermoso cuerpo  que con libros muy agradables. 400 años después decía Alcifron  que su exterior grave y sus discursos austeros  eran  vanidad e hipocresía. No había  diferencia entre esos hombres y las cortesanas, y, si había  diferencia, era en el modo de persuadir. El fin era el mismo: medrar a costa ajena. Y es que hay cosas que además de tener validez universal, o quizás por ello, nunca cambian.