el cazurro ilustrado

07 marzo 2009

¿Qué educación?


Deambulan por las tribunas públicas y por la red ( en webs, foros, redes sociales o blogs) padres, madres, maestros, profesores, psicólogos, pedagogos, psiquiatras, pediatras, políticos, orientadores, periodistas, filósofos…. mostrando su preocupación por la educación. Con diferentes razones e intereses se cuestionan la educación que tenemos. Estamos en un país que nunca ha tenido claras las ideas en este tema, pero todo el mundo cree tener derecho a sembrar de ideas el páramo educativo. La educación que reciben nuestros hijos, nuestros niños, nuestros alumnos, auténticos príncipes de la casa, parece que se lleva a cabo con métodos, pedagogías o didácticas de mendigo.
Educar de modo coherente y sensato requiere olvidar ciertas supuestas verdades absolutas, mantenidas con argumentos dogmáticos para centrarse en los conocimientos científicos sobre el aprendizaje (reverso de la moneda “enseñanza”). Ni políticos y educadores parecen dejar entrar el aire fresco de los avances del análisis experimental del comportamiento en el sistema educativo; sin embargo, a veces, abren la puerta a teorías supuestamente innovadoras que suenan a “renovación “ o a “revolución”. Así, entre aguas tradicionales y anquilosadas y aguas gratuitamente renovadoras deben nadar aquellos que con prudencia, cordura y razón son capaces de someter a análisis crítico estas prácticas educativas, para eliminar lo que ya es caduco y para incorporar cuanto ha demostrado suficiente validez.Mientras la educación siga plagada de discursos y metáforas engañosas, seguirá en crisis (fracaso escolar, bajo rendimiento, pérdida de autoridad del profesor, confusión de valores, queme del personal…). En este desconcierto y confusión, los educadores se ven inmersos en la emboscada de un momento social de cambio vertiginoso en la que carecen de recursos adaptativos que faciliten su misión educativa. Les faltan recursos porque les faltan criterios. Entre los condicionamientos del pasado o las infundadas esperanzas de algunos “innovadores” debe abrirse camino una educación con criterios científicos y experimentales. Si no se hace así, nuestros príncipes seguirán mendigando

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