el cazurro ilustrado

15 marzo 2009

Dietas, fármacos y longevidad.

Diversos experimentos han demostrado que reducir la ingesta de comida en un tercio o a la mitad alarga la vida de las levaduras y de los animales en casi un 50% y que previene también enfermedades como el cáncer, la diabetes o el infarto.
Los beneficios de la limitación de comer vienen porque la ingesta de comida acelera el metabolismo que, a su vez, genera radicales libres que dañan al organismo causando el envejecimiento.
Otra hipótesis que se baraja es que a lo largo de la evolución, para la supervivencia en tiempo de escasez de comida, se elevan los niveles de NAD (dinucleótido de nicotinamida adenina) en el hígado de los mamíferos, lo que a su vez estimula la actividad de la sirtuina SIRT1 que permite a los animales sometidos a una dieta estricta vivir más de lo normal y con una salud mejor de lo normal, según explica el codirector del laboratorio de biología molecular del envejecimiento de la Universidad de Harvard, David Sinclair.
Sabido esto, ¿cuál es el remedio que se busca en los laboratorios para alargar la vida?. Podrían investigar qué técnicas serían eficaces modificar los comportamientos humanos en la mesa o cómo generar hábitos dietéticos saludables; en cambio, se investiga para poder poner en el mercado un fármaco que estimule la sirtuina SIRT1, que imita, en pruebas con ratones, todos los efectos beneficiosos de una dieta baja en calorías.
Más que proponer un fármaco a modo de elixir de la eterna juventud, deberíamos enseñar que el comer desordenado, no sólo es perjudicial para la vida, más aun fuente de enfermedades, porque al fin y al cabo a más ricos hemos visto morir de lo que les sobra que no a los pobres por lo que les falta.

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