el cazurro ilustrado

06 enero 2009

Perniciosos efectos de la sobreprotección.


Los niños sobre protegidos tienen hasta 20 veces más posibilidades de padecer cáncer, según ha explicado el director del Banco de Células Madre de Andalucía, Pablo Menéndez Buján; los cuidados excesivos y el aislamiento de los menores de cualquier virus o bacteria termina por inhibir el correcto desarrollo del sistema inmune. Ha señalado que un estudio realizado entre 10.000 escolares demostró que aquellos que asistían a la guardería, se manchaban y padecían piojos eran menos proclives a padecer la enfermedad. "Los niños tienen que tener una infancia normal y pasar catarros", ha recomendado este experto.
Que la sobreprotección paterna-materna causa algunas enfermedades al impedir que el sistema inmune se ponga en contacto con agentes patógenos es un hecho demostrado, pero mas probado aún está que privar a los niños de experiencias infantiles que suelen ser habituales y prácticamente necesarias para que alcance los niveles de socialización propios de su medio social y adecuados a su edad, tiene efectos nefastos en el desarrollo.
Evitar que un niño hable, juegue, trabaje, colabore, afronte dificultades, represente roles, sufra los desafíos de las emociones ajenas y de las propias; quitar a la infancia el fértil campo de la experimentación y aprendizaje de múltiples habilidades cognitivas, emocionales y sociales, trae como consecuencia deficits y anomalías graves y seguras.
En la educación del niño sobreprotegido las exigencias se retrasan, las consecuencias negativas a comportamientos inadecuados brillan por su ausencia y el Dolce far niente es compañero inseparable en las primeras etapas de la vida, pero los problemas aparecen cuando el niño debe ponerse en contacto con las situaciones sociales extrafamiliares, entonces se produce el rechinar de dientes, la desaprobación social, los fracasos, las insuficiencias, la evitación y las angustias que, iniciadas en los primeros años, se mantendrán e incrementarán con el paso de los años, si los educadores, padres, madres y maestros no acaban de entender que los niños crecen; que deben hacer cosas propias de su edad; que deben exigirles razonablemente, sin ayudarles demasiado, confiando en ellos; que hay que dejarles que hagan sin ayuda todo lo que sean capaces de hacer solos; que se debe Fomentar la autonomía y hasta la valentía o la osadía; que hay que Animarles a que se sientan bien haciendo cosas atrevidas y difíciles por su cuenta, sin que estén la mamá o el papá al lado.

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