el cazurro ilustrado

15 noviembre 2008

Curso sobre discapacidad mental severa.

Muchas horas estuvimos juntos, en Valladolid, yo como profesor y vosotr@s como alumn@s, mucho disfruté y mucho me enseñasteis.
Gracias Carlos Mª, Ana Isabel, Purificación, Blanca, Carmen, Mercedes, Pilar, Elena, Mª de Mar, A. Isabel, Merche, Mª Concepción, Luis A., Lucinda, Ana Belén, Sonia, Mª Lourdes, Susana, Ana Rosa, Esperanza, Mª Teresa, Luis, Rosa Mª,Leticia, Mercedes S., Vicenta, Eusebio y Mª del Pilar.
Os cuento una cosa preciosa que le ocurrió a Aníbal, capitán de los cartagineses, para que entendáis cabalmente lo que quiero decir con “lo mucho que me habéis enseñado”. UN FUERTE ABRAZO A TOD@S.
Según Paulo Diácono, en el segundo libro de sus Comentarios, cuando Escipión venció a Aníbal, éste se retiró a Asia, acogido por el rey Antíoco. En cierta ocasión ambos escuchan al filósofo Porvión hablar sobre los asuntos de la guerra; decía tantas cosas y con tan gran estilo que Antíoco estaba orgulloso de su filósofo y preguntó su parecer a Aníbal , el cual dijo estas palabras: “Hágote saber, rey Antíoco, que yo he visto a muchos viejos perder el seso, mas jamás vi hombre tan loco como es Porvión, éste que tú llamas gran filósofo; porque supremo género de locura es cuando el hombre que no tiene sino un poco de ciencia vana presume de enseñar no al que tiene ciencia vana, sino al que tiene experiencia cierta. Dime, rey Antíoco: ¿qué corazón lo ha de sufrir, ni qué lengua lo ha de callar, ver a un hombrecillo como es este filósofo, criado toda su vida en un rincón de Grecia estudiando filosofía, osar como osó ponerse a hablar delante de Aníbal de las cosas de la guerra, como si hubiera sido príncipe de África o capitán de Roma?. Por cierto, que o él sabe poco, o muestra tenernos en poco, porque de sus vanas palabras se colige querer él saber más en las cosas de guerra no más de por lo que en los libros ha leído, que no por las famosas batallas que Aníbal ha dado. ¡Oh!, rey Antíoco, cuánto va del estado de los filósofos al estado de los capitanes, de saber bien leer en la academia a saber bien ordenar una batalla, de la ciencia que en esto saben los sabios a la experiencia que tienen los hombres guerreros, de saber coger la pluma a saber menear la lanza, de estar uno rodeado de libros a tener a ojo para enfrontar con los enemigos; porque son muchos los que con gran elocuencia blasonan las cosas de la guerra y después son muy pocos los que en aquella hora tienen corazón para aventurar la vida. Este pobre filósofo Porvión jamás vio gente de guerra en campo; jamás vio romper un ejército con otro; jamás vio tocarse la dolorosa trompeta para darse batalla; jamás vio las traiciones de los unos, ni sintió las cobardías de los otros; jamás vio cómo son pocos los que pelean y son muchos los que huyen. Finalmente digo que a un filósofo y letrado cuando honesto le es loar y engrandecer los bienes que se siguen de la paz, tan ajeno ha de ser de su boca hablar en los peligros de la guerra. Si ninguna cosa de las que ha dicho este filósofo ha visto con los ojos, sino que las ha leído en los libros, dígalas a los que no las han visto, ni menos las han leído, porque las cosas de la guerra mejor se aprenden en los campos de África que no en los estudios de Grecia. Bien sabes tú, rey Antíoco, que por espacio de treinta y seis años yo tuve largas y peligrosas guerras así en España como en Italia, en las cuales se mostró muy próspera y muy adversa la fortuna, como suele hacer con todos los que emprenden alguna cosa muy ardua, en testimonio de lo cual heme aquí a mí, que antes que me naciesen barbas fui servido, y después que me nacieron canas comencé a servir. Yo te juro al dios Marte, o rey Antíoco, que si alguno me preguntase ahora cómo se habían de haber en la guerra, no le osase decir ni una palabra, porque son cosas que consisten en experiencia y no se aprenden por consejos; porque los príncipes comenzamos las guerras con justicia y seguímoslas con cordura, más el fin de ellas consiste en ventura y no en esfuerzo y maña."
Si bien yo creo tener más experiencia que Porvión, vosotr@s sabeis tanto como Anibal.

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