el cazurro ilustrado

30 octubre 2008

Tratantes, pellejeros y negocios bursátiles.

Cuando llamábamos “carranculos” a los escaramujos y “zarzas” a las matas de rosales silvestres, llegaron al pueblo dos individuos con un aspecto híbrido entre tratante de ganado y pellejero. Ofrecieron un”duro” por cada kilo de escaramujos que recolectáramos. Después de la escuela todos los niños y niñas nos afanábamos en aquella nueva fuente de ingresos. Con el paso del tiempo, todas las zarzas alrededor del pueblo estaban peladas; nos prometieron entonces dos”duros” por cada kilo de bayas y recorrimos largas veredas hasta llegar a los sitios más escarpados para recoger los frutos de los zarzales. La escasez de “carranculos” hizo que tratante y pellejero se fueran, no sin antes hacernos la promesa que a su vuelta pagarían diez “duros” por cada kilo de escaramujos ya que, según afirmaron tenían un alto contenido en vitamina "c" además de otras vitaminas como la "a", "d" y "e" y, lo mejor de todo, tenían también flavonoides antioxidantes, utilizados como antimicrobianos, anticancerígenos y para la disminución del riesgo de enfermedades cardíacas. A los pocos días volvió el pellejero sin el tratante y nos propuso un nuevo negocio: nos vendía los "carranculos" a cinco “duros” para que se los vendiésemos al tratante en los diez “duros” prometidos. Buscamos “duros” hasta debajo de las piedras con la sana intención de multiplicarlos por dos. Guardamos las bayas que habían hecho el viaje de ida y vuelta, esperando su definitiva partida que nos habría de hacer o menos pobres o más ricos. Pero ni pellejero y tratante volvieron jamás a por los “carranculos”, que tuvieron que comer los cerdos, aún exentos de microbios, canceres y enfermedades coronarias, unos días antes de San Martín. Así, bien perjudicados, entendemos ahora la crisis del mercado de valores, de la bolsa y de la economía global dirigida por pellejeros.

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