Devolución con intereses.
Todos los días laborables, a las seis de la mañana, sonaba el despertador. La mujer se tiraba de la cama e iba a la ducha. El marido esperaba a que acabara, escuchando en la radio las noticias de la cadena SER. Cuando la mujer terminaba, el hombre abandonaba la cama y la sustituía en el baño. Un día, justo en el momento del intercambio, sonó el timbre de la puerta. Sorprendidos de tener una visita a aquellas horas tan intempestivas, dudaron un momento, pero decidieron que fuera la mujer a abrir la puerta. Se envolvió en una toalla, abrió la puerta y allí estaba uno de los vecinos. Después de un desganado “ buenos días”, el vecino propone que si se quita la toalla y queda desnuda en su presencia, le dará mil euros.
La mujer oía como su marido silbaba una canción hortera debajo del chorro de agua y, sin dilaciones, tiró la toalla al suelo. El vecino recorrió con la mirada el glorioso cuerpo de la vecina, metió la mano en el bolsillo y le dio los mil euros pactados.
Muy sorprendida, pero encantada del botín conseguido, cerró la puerta, recogió la toalla y se fue a la habitación. Allí estaba su marido, que le preguntó por la visita. Ella respondió que era el vecino. Rápidamente el hombre preguntó si le había devuelto los mil euros que él mismo le había prestado la semana anterior. Y es que no hay situación, por desgraciada que sea de la que los hombres hábiles no puedan obtener alguna ventaja, aunque sea bastarda.
La mujer oía como su marido silbaba una canción hortera debajo del chorro de agua y, sin dilaciones, tiró la toalla al suelo. El vecino recorrió con la mirada el glorioso cuerpo de la vecina, metió la mano en el bolsillo y le dio los mil euros pactados.
Muy sorprendida, pero encantada del botín conseguido, cerró la puerta, recogió la toalla y se fue a la habitación. Allí estaba su marido, que le preguntó por la visita. Ella respondió que era el vecino. Rápidamente el hombre preguntó si le había devuelto los mil euros que él mismo le había prestado la semana anterior. Y es que no hay situación, por desgraciada que sea de la que los hombres hábiles no puedan obtener alguna ventaja, aunque sea bastarda.