Del fracaso al éxito.
A la feria del Cristo en Valdelugueros acudían todos los ganaderos de la montaña para comprar y/o vender sus ganados. Vacas, novillas, terneros, burros y caballos cambiaban de dueño, a veces con la ayuda de los que ahora se han dado en llamar mediadores y que de aquella se denominaban terciadores. Ocurrió que un paisano del otro lado del puerto vendió su burro a un ganadero de Valverde por el equivalente 100 euros, pero el animal estaba en el monte pastando y acordaron que pasaría al día siguiente a recogerlo. Cuando llegó el de Valverde a por el pollino, le dijo el asturiano que el animal había muerto de un torzón aquella misma noche. Le reclamó el comprador el dinero al vendedor, pero éste le contestó que no podía dárselo porque ya lo había gastado. Entonces el de Valverde se quedó con el cadáver ante la extrañeza del babayo que comenzó a sospechar que había perdido el juicio .
Al poco tiempo se volvieron a encontrar en otra feria, y el asturiano le preguntó con sorna que qué había sido del burro. El de Valverde le dijo que lo había rifado, que había vendido 500 papeletas a 2 euros y que había ganado 998 euros. El asturiano le preguntó si nadie se había quejado, a lo que respondió el de Valverde que solo había protestado el ganador, pero le devolvió los 2 euros de la papeleta y todo arreglado. Y es que la necesidad hizo que en la montaña aprendieran a convertir las situaciones desfavorables en éxitos.
Al poco tiempo se volvieron a encontrar en otra feria, y el asturiano le preguntó con sorna que qué había sido del burro. El de Valverde le dijo que lo había rifado, que había vendido 500 papeletas a 2 euros y que había ganado 998 euros. El asturiano le preguntó si nadie se había quejado, a lo que respondió el de Valverde que solo había protestado el ganador, pero le devolvió los 2 euros de la papeleta y todo arreglado. Y es que la necesidad hizo que en la montaña aprendieran a convertir las situaciones desfavorables en éxitos.