Carnaval, personas y máscaras.
Una vez más ( y van 20) he disfrutado del carnaval de Villarrobledo (Albacete). Año tras año las comparsas salen a la calle con los disfraces que han preparado en secreto durante los meses anteriores; desfilan también los niños y niñas de todos los colegios y van así mamando una tradición que incluso a pesar de las prohibiciones y castigos de los peores años del franquismo nunca dejó de celebrarse. La fiesta no se limita a los desfiles. Desde el “jueves lardero” hasta el “miércoles de ceniza”, la gente se disfraza de lo que le apetece e interpreta a la perfección el papel que ha elegido.
El sábado a las nueve de la noche iban delante de mí dos individuos, en animosa conversación, trocado uno en médico psiquiatra y el otro en aspirante a la presidencia del gobierno de España.
Preguntaba el doble de D. Mariano al psiquiatra por los criterios que utilizaban para internar a los pacientes en el hospital psiquiátrico. Respondía el médico que habían elaborado una prueba objetiva a tal efecto, consistente en llenar una bañera de agua, darle al paciente una cuchara, una taza y un balde y pedirle que la vacíe; en función de como lo haga, sabemos si debe quedar internado o no.
Atentamente escuchó D. Mariano y para demostrar que lo había entendido, concluyó que las personas sin necesidad de internamiento serían aquellas que vaciaran la bañera con el balde, ya que coge más agua que la cuchara y la taza.
El supuesto Doctor contestó: “no, no y no; la persona que no necesita quedar internado es aquella que saca el tapón para dejarla vacía. Por cierto ¿prefieres una habitación con vistas?.
Don Mariano asintió y siguieron los dos representando sus papeles.
El sábado a las nueve de la noche iban delante de mí dos individuos, en animosa conversación, trocado uno en médico psiquiatra y el otro en aspirante a la presidencia del gobierno de España.
Preguntaba el doble de D. Mariano al psiquiatra por los criterios que utilizaban para internar a los pacientes en el hospital psiquiátrico. Respondía el médico que habían elaborado una prueba objetiva a tal efecto, consistente en llenar una bañera de agua, darle al paciente una cuchara, una taza y un balde y pedirle que la vacíe; en función de como lo haga, sabemos si debe quedar internado o no.
Atentamente escuchó D. Mariano y para demostrar que lo había entendido, concluyó que las personas sin necesidad de internamiento serían aquellas que vaciaran la bañera con el balde, ya que coge más agua que la cuchara y la taza.
El supuesto Doctor contestó: “no, no y no; la persona que no necesita quedar internado es aquella que saca el tapón para dejarla vacía. Por cierto ¿prefieres una habitación con vistas?.
Don Mariano asintió y siguieron los dos representando sus papeles.