Encantadoras serpientes.
Según Herodoto, Pilinio, Plutarco y Suetonio los “Psilos” eran miembros de una antigua tribu africana que desapareció a causa del cambio climático, porque el viento (unos dicen que el “Noto” y otros que el “Simún”) fue absorbiendo todo el agua, secando los manantiales y los charcos del país. Al ver tal sequía acordaron hacer una expedición contra el maldito viento y, llegando a las inmensas arenas del desierto, sopló la ventisca y los sepultó allí a todos. Tenían los “Psilos” gran prestigio ya que con su aliento eran capaces de matar a las serpientes y curaban sus picaduras chupando con la boca el veneno, además de adormecerlas con diversos encantamientos. Hasta tal punto eran peritos en estas artes que el mismo Octavio quiso salvar a Cleopatra de la mordedura del áspid haciendo que uno de ellos chupara las heridas y Escipión les llevaba en sus expediciones por si algún soldado era mordido por serpientes, incluso se rumoreaba que cuando sospechaban que sus mujeres habían sido infieles con algún extranjero, echaban a los niños a las víboras y si éstas no huían ni mordían al infante, no había habido engaño y el niño era legítimo.
Ayer, paseando lejos de los desiertos africanos, me encontré con esta serpiente y lamenté no tener los conocimientos de los “Psilos”. Fue ella quien me encantó a mí y yo no fui capaz ni siquiera de adormecerla.
Ayer, paseando lejos de los desiertos africanos, me encontré con esta serpiente y lamenté no tener los conocimientos de los “Psilos”. Fue ella quien me encantó a mí y yo no fui capaz ni siquiera de adormecerla.