Anglosajones vs latinos.
Hasta que los chinos se hagan con el control de la economía mundial, seguirá en manos de los anglosajones y, como bien demostró Weber, las sociedades protestantes son individualistas, adictas al trabajo, en las que cada uno busca su salvación sin importarle para nada el prójimo, todo vale: traicionar, calumniar y derribar. Ahora, Angela Merkel, calvinista, ha convertido al protestantismo a Sarkozy y a Zapatero; como rito de iniciación firmarán un pacto por la competitividad. Tan alta traición debería poner en pie de guerra a nuestras sociedades latinas, con unos valores contrarios a los de las sociedades anglosajonas. Para los anglosajones todo es sagrado trabajo, producción, ahorro, competitividad y estas razones instrumentales los hacen más ricos, pero, a la vez, con notables trastornos neuróticos. Los latinos, al considerar el trabajo como una maldición divina, somos vagos, comunicativos y derrochadores. No alcanzaremos jamás sus niveles de riqueza, pero seguirán envidiando nuestra salud mental, que conservaremos si las razones comunicativas siguen estando por encima de las razones instrumentales. Las sociedades latinas, con España a la cabeza, deberían demostrar que hay una alternativa al capitalismo calvinista hipercompetitivo del que tanto nos van a hablar los políticos que han caído en la herejía protestante.