LA NATURALEZA ES NUESTRA MADRASTRA.

No puedo resistir la tentación de contaros lo que dice Plinio a cerca de los humanos. Viene a decir que somos los únicos de todos los seres vivos que nos cubrimos con recursos ajenos. Los demás animales tienen de forma natural diversos modos de cubrirse: caparazones, cortezas, pieles, espinas, pelo, púas, crines, plumas, escamas y lana; incluso los troncos de los árboles están protegidos del frío y del calor con una corteza. Sólo el hombre nace desnudo y llorando, derramando lágrimas inmediatamente después de nacer. En cambio, la risa más precoz y rápida no la tiene ningún humano antes de los cuarenta días.
No sabemos nada de nada sin instrucción, no hablamos , no andamos, no comemos y lo único que hacemos espontáneamente es llorar. Por eso, ha habido muchos que pensaron que lo mejor era no nacer o ser suprimido lo más rápidamente posible. Somos los únicos de los seres vivos que tenemos dolor por la muerte; los únicos que tenemos ambición, codicia, un inmenso deseo de vivir, superstición, preocupación por la seguridad y por la sepultura y también ansiedad por lo lo que sucederá después de nuestra existencia.
Datos suficientes para pensar que la naturaleza ha sido con la humanidad, más que madre, una madrastra.