EL BESO ¿DE JUDAS?
Ayer fue el día internacional del beso y, además de las múltiples teorías sobre su origen, destacan todos los medios los grandes benéficos que genera el besar. Hablan del aumento del ritmo cardiaco, del fortalecimiento del sistema inmunológico, de las calorías que se consumen al besar, de las hormonas que se liberan, de los músculos que se ponen en marcha o de los neurotransmisores que se activan, pero si alguien besa para conseguir alguno de estos supuestos beneficios, estaría haciendo lo mismo que hizo Judas: dar un beso por 30 monedas.
Besar a alguien debe ser un acto casi reflejo en el que, aunque fuera perjudicial, se llevaría a cabo para mayor fortalecimiento y gloria de las relaciones humanas. Así pues, menos besar por unos calculados beneficios y más besar por el mero placer de hacerlo.