Tener compasión de los afligidos.
“Humana cosa es tener compasión de los afligidos, y
aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya
han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales,
si hubo alguien de él necesitado o le fue querido o ya de él recibió el
contento, me cuento yo. Porque desde mi primera juventud hasta este tiempo
habiendo estado sobremanera inflamado por altísimo y noble amor (tal vez, por
yo narrarlo, bastante más de lo que parecería conveniente a mi baja condición
aunque por los discretos a cuya noticia llegó fuese alabado y reputado en
mucho), no menos me fue grandísima fatiga sufrirlo: ciertamente no por crueldad
de la mujer amada sino por el excesivo fuego concebido en la mente por el poco
dominado apetito, el cual porque con ningún razonable límite me dejaba estar
contento, me hacía muchas veces sentir más dolor del que había necesidad. Y en
aquella angustia tanto alivio me procuraron las afables razones de algún amigo
y sus loables consuelos, que tengo la opinión firmísima de que por haberme
sucedido así no estoy muerto.”
Giovanni
Boccaccio: Decamerón