El vicio de la envidia.
“Pocos hombres hay en que concurran todos los vicios
y muchos menos son los que del todo carecen de ellos, y si algún hombre hay que
sea bueno es envidiado, y si es malo es envidioso; por manera que con el vicio
de la envidia o hemos de perseguir o ser de ella perseguidos. Podemos nos
guardar del mentiroso con él no hablando; del soberbio, con él no nos
igualando; del perezoso, con él no parando; del lujurioso, con él no
conversando; del goloso, con él no comiendo; del furioso, con él no riñendo, y
del avaro ninguna cosa le pidiendo; mas del envidioso, ni abasta huirle ni
menos halagarle. Es tan esento el vicio de la envidia, que no hay homenaje que
no escale, ni muro que no derrueque, ni mina que no contramine, ni potencia que
no resista, ni hombre a quien no acometa”.
Fray
Antonio de Guevara. “Epístolas familiares”. Libro I.