¿El hombre es un lobo para el hombre?
Por lo general un animal matará para defender a su prole, a su grupo, a sí mismo, o para abastecerse de la cantidad necesaria de alimento. Al margen de tales motivaciones, su convivencia con el resto de los seres vivos es perfectamente pacífica. Sólo el hombre, que gusta verse como elegido de los dioses y cima del mundo, es la excepción de la regla. Sólo a él parece convenirle el adjetivo CRUEL.
Raymond Dart será contundente: " Los archivos de la historia humana, bañados en sangre y plagados de carnicerías, desde los más antiguos registros egipcios y sumerios a las atrocidades más recientes de la segunda guerra mundial, concuerdan, junto con el primitivo canibalismo universal, con las prácticas de sacrificar seres humanos o animales, a sus sustitutos en religiones formalizadas, en proclamar este rasgo diferencial de ansia de sangre, este hábito depredador, este signo de Caín, que separa dietéticamente al hombre de sus parientes antropoideos y más bien lo alía con los carnívoros más mortíferos".
Un vistazo a las noticias, cualquier día, no hace sino confirmar que los humanos siempre tenemos afiladas las armas, dispuestas a segar la vida de quien no piensa como nosotros o no actúa como queremos o, simplemente, porque puede hacerlo.