El Antruejo.
Hay quien atribuye el origen del carnaval
a las fiestas que los romanos celebran
en honor a Lupercio
(Lupercalias) un dios relacionado
con el lobo y con el dios Fauno .
Los sacerdotes mataban un macho cabrío y los asistente con su sangre
se untaban la frente y luego
cortaban la piel a tiras con las que hacían látigos. Después, vestidos con pieles de chivos iban por las calles de Roma y golpeaban a cuantos
encontraban a su paso. Las mujeres sin hijos acudían gustosas a estas fiestas
con el deseo de ser azotadas. En la creencia de que de esta manera conseguirían
la deseada fertilidad.
En la montaña leonesa a lo que los romanos llamaban
lupercalias y en otros sitios carnaval, lo llamaban antruejo o
antruido, lo que viene a demostrar que el origen del nombre ya estaba
cristianizado y alude a la “entrada” en la cuaresma (Introitus en latín)
Si las lupercalias,
el carnaval o el antruejo debía poner d e manifiesto la contradicción entre la vida cotidiana y su reverso en la que por
tres días todo estaba permitido, lo
que yo viví en los pueblos consistía en que los jóvenes con la cara “tiznada” iban por las casas de los vecinos
pidiendo “los torreznos”.
He conseguido
recuperar la canción que cantaban
de puerta en puerta:
-Estas puertas son de pino y los
quicios de nogal
La señora que está dentro buen torrezno nos va a dar.
Cuando se abría la puerta continuaban:
-Denos señora un torrezno o dinero para vino
Que se nos hace de noche para andar
nuestro camino.
Si la gente de la casa mostraba voluntad de dar algo,
cantaban:
-Tenga cuidado señora, no se le escape el cuchillo
Que se va a cortar un dedo y la riñe su marido.
Cuando recibían la donación (tocino, chorizo, huevos o
dinero) decían.
-Dios se lo pague señora que
nosotros no podemos
Somos unos pastorcitos que no
tenemos dineros.
Pero si en alguna casa
se negaban a darles algo, cantaban:
-La porreta de tía que no nos quiso dar nada
Trae las cascarras al culo y la camisa cagada.
Al anochecer, mozas y mozos se reunían en una casa para consumir el botín conseguido y
a la luz de los aguzos, entre los
vapores etílicos y el cóctel hormonal
que recorría sus venas, probablemente comenzaran Lupercalias, Saturnalias y Bacanales a la vez.